DecameronGiovanni Boccaccio[1353]El Decamerón es un compendio de cien historias relatadas por un grupo de diez jóvenes florentinos.
Siete mujeres y tres varones, reunidos por casualidad en la Basílica de Santa Maria Novella, deciden escapar de la Peste Negra refugiándose en el campo.
Santa Maria Novella en Florencia – el punto de partida
“ (En 1348) a la egregia ciudad de Florencia, nobilísima entre todas las otras ciudades de Italia, llegó la mortífera peste (…) Y no valiendo contra ella ningún saber ni providencia humana (…) ni valiendo tampoco las humildes súplicas dirigidas a Dios por las personas devotas (…) empezó horriblemente y en asombrosa manera a mostrar sus dolorosos efectos.”
La peste negra ilustrada en la biblia de Toggenburg (1411)
Se suceden de ese modo diez jornadas, en las que los diez jóvenes se van rotando la responsabilidad de ser rey o reina y dictar los destinos del grupo. Aunque entre jornada y jornada, Bocaccio incluye descripciones del transcurso de sus días, el punto en el que se concentra casi exclusivamente, es en el momento en que se reúnen cada tarde a contar historias. De ese modo, en cada jornada se relatan diez historias, con temática elegida por el rey o reina de turno.
A Tale from the Decameron de John William Waterhouse
Bocaccio reelabora a lo largo de las diez jornadas historias recolectadas de numerosas fuentes, con modificaciones, actualizaciones, a veces combinando diversas historias. Su prosa es muy elaborada pero siempre entretenida, y como es bien conocido, en diversos tramos bastante “picaresca”. De lo cual el autor esboza una disculpa al final del libro:
Habrá por ventura algunas de vosotras que digan que al escribir estas novelas me he tomado demasiadas libertades, como la de hacer algunas veces decir a las señoras, y muy frecuentemente escuchar, cosas no muy apropiadas (…) la cual cosa yo niego (…) Y si tal vez en ellas hay alguna partecilla, alguna palabrita más libre de lo que tal vez tolera alguna santurrona (…), digo que más no se me debe reprochar a mí haberlas escrito que generalmente se reprocha a los hombres y a las mujeres decir todos los días «agujero», «clavija» y «mortero» y «almirez», y «salchicha» y «mortadela», y una gran cantidad de cosas semejantes.
Destaco algunas de las historias que más me gustaron. Lo bueno es que los nombres son tan largos que ya son un resumen en si mismo. Las imágenes que hay de algunas, son de la adaptación cinematrográfica de Pier Paolo Pasolini, del ’71. Los grabados son de C. Perellón, de la edición de Arsliber.
I-I- El señor Cepparello engaña a un santo fraile con una falsa confesión y muere después, y habiendo sido un hombre malvado en vida, es, muerto, reputado por santo y llamado San Ciapelletto
III-I-Masetto de Lamporecchio se hace el mudo y entra como hortelano en un monasterio de mujeres, que porfían en acostarse con él.
-¿Qué es esto? Creía que eras mudo.
-Señora -dijo Masetto-, sí lo era pero no de nacimiento, sino por una enfermedad que me quitó el habla, (…). La señora lo creyó y le preguntó qué quería decir aquello de que a nueve tenía que servir. Masetto le dijo lo que pasaba, lo que oyendo la abadesa, se dio cuenta de que no había monja que no fuese mucho más sabia que ella; por lo que, como discreta, sin dejar irse a Masetto, se dispuso a llegar con sus monjas a un entendimiento en estos asuntos.
V-IV- Ricciardo Manardi es hallado por micer Lizio de Valbona con su hija, con la cual se casa, y con su padre queda en paz.
-Anda, mujer, pronto, levántate y ven a ver que tu hija estaba tan deseosa del ruiseñor que tanto lo ha acechado que lo ha cogido y lo tiene en la mano.
VI-II-El panadero Cisti con una sola palabra hace arrepentirse a micer Géri Spina de una irreflexiva petición suya.
Mandó entonces micer Geri a uno de sus servidores que fuese a por una botella del vino de Cisti, y de él diese medio vaso por persona la primera vez que sirviese. El servidor, tal vez enfadado porque nunca había podido probar el vino, cogió un gran frasco; el cual al verlo Cisti dijo:
-Hijo, micer Geri no te envía a mí.
Lo que afirmando muchas veces el servidor y no pudiendo obtener otra respuesta, volvió a micer Geri y se lo dijo así, micer Geri le dijo:
-Vuelve allí y dile que de verdad te mando yo, y si otra vez te contesta lo mismo pregúntale que adónde te mando.
El servidor, volviendo, le dijo:
-Cisti, es verdad que micer Geri me manda otra vez a ti.
Cisti le respondió:
-Seguro, hijo, que no.
-Entonces -dijo el servidor-, ¿a quién manda?
Respondió Cisti: -Al Arno.
Lo que contando el servidor a micer Geri, enseguida le abrió los ojos de la inteligencia, y dijo al servidor: -Déjame ver qué frasco le llevas. -Y viéndolo, dijo-: Cisti dice bien. E insultándole, le hizo llevar un frasco apropiado; viendo el cual, Cisti dijo: -Ahora sé bien que te manda a mí. Y alegremente se lo llenó.
VII-II-Peronella mete a su amante en una tinaja al volver su marido a casa; la cual habiéndola vendido el marido, ella le dice que la ha vendido ella a uno que está dentro mirando a ver si le parece bien entera; el cual, saliendo fuera, hace que el marido la raspe y luego se la lleve a su casa.
VIII-VII- Un escolar ama a una señora viuda, la cual, enamorada de otro, una noche de invierno le hace sentarse sobre la nieve esperándola, a la cual él, después, por consejo suyo, todo un día de mediados de julio hace estar desnuda sobre una torre expuesta a las moscas y a los tábanos y al sol.
IX-VI- Dos jóvenes se albergan en la casa de uno con cuya hija uno va acostarse, y su mujer, sin advertirlo, se acuesta con el otro; el que estaba con la hija se acuesta con su padre y le cuenta todo, creyendo hablar con su compañero; hacen mucho alboroto, la mujer, apercibiéndose, se mete en la cama de la hija y, consiguientemente, con algunas palabras pacifica a todos.