Técnicamente, el primer libro lo terminé en enero y el segundo en marzo, pero bueno, lo dejamos así.
El Gran Teatro es un pequeño pero entretenido comentario social, que gira en torno a una función del Parsifal de Wagner en el Teatro Colón, en los años '40. Si bien la música es un componente importante de la narrativa, el hilo central son las historias de multitud de personajes que se entrelazan en torno a dos primas ancianas, ricachonas, enemistadas por décadas -a primera vista, por la disputa sobre unas joyas heredadas de la familia-. Mujica Lainez teje minuciosas historias donde reluce la superficialidad o el "careteo", diríamos, de una buena porción de la audiencia, más preocupada en conseguir una invitación al baile del momento de la high society que en disfrutar de la obra.
La octogenaria señora de Gonzálvez se había puesto, en la oportunidad, su collar famoso, el de la antepasada Virreina de México. Irradiaban, fosforescían sus esmeraldas y diamantes. Era rarísimo que la señora saliese de noche; sólo una circunstancia tan grave como esa, fundamental para el destino de los suyos, por lo demás inventada por ella, pudo obligarla a abandonar su casa a tales horas y a afrontar un espectáculo tan largo e intolerable como "Parsifal".
Wagner es un tirano astuto. Wagner sabe. Wagner se apodera, desde el primer momento, desde la primera nota, de los seres débiles y sensibles. ¿Cómo no entregársele, cuando ya con el tema inicial y sus calculados silencios, teje una red que envuelve y domina?
Nada es tan difícil de entender e imposible de justificar, como el flujo y reflujo de los sentimientos. A menudo, dependen de circunstancias tan sutiles e impalpables, que su discernimiento se nos escapa...
La Revolución es un sueño eterno
Andrés Rivera
[1987]
La Revolución... fue un regalo navideño que lei rápidamente en las vacaciones. La narrativa es distintiva y peculiar, casi onírica (en eso, honra al título), con abundantes repeticiones, que se convierten en letanías. La novela se centra en uno de los próceres "secundarios" de la historia argentina, Castelli; en el proceso, se encarga también de desacartonar y desmitificar la versión descafeinada de la Revolución de Mayo que nos queda impregnada desde chicos en la escuela.
Y ahora escribo: me llamaron -¿importa cuándo?- el orador de la Revolución. Escribo: una risa larga y trastornada se enrosca en el vientre de quien fue llamado el orador de la Revolución. Escribo: mi boca no ríe. La podedumbre prohíbe, a mi boca, la risa.
Castelli se pregunta dónde están sus palabras, qué quedó de ellas. La revolución -escribe Castelli, ahora, ahora que le falta tiempo para poner en orden sus papeles y responderse- se hace con palabras. Con muerte. Y se pierde con ellas.
¿Qué da la revolución a los desheredados? Después de haber alcanzado, en un principio, ciertos éxitos, el movimiento revolucionario resulta, a la postre, vencido; le faltan, siempre, conocimientos, habilidad, medios, armas, jefes, un plan de acción fijo, y cae indefenso, ante los conspiradores, que disponen de experiencia, habilidad y astucia.
El Gran Teatro
Manuel Mujica Lainez
[1979]
[1987]
La Revolución... fue un regalo navideño que lei rápidamente en las vacaciones. La narrativa es distintiva y peculiar, casi onírica (en eso, honra al título), con abundantes repeticiones, que se convierten en letanías. La novela se centra en uno de los próceres "secundarios" de la historia argentina, Castelli; en el proceso, se encarga también de desacartonar y desmitificar la versión descafeinada de la Revolución de Mayo que nos queda impregnada desde chicos en la escuela.
Y ahora escribo: me llamaron -¿importa cuándo?- el orador de la Revolución. Escribo: una risa larga y trastornada se enrosca en el vientre de quien fue llamado el orador de la Revolución. Escribo: mi boca no ríe. La podedumbre prohíbe, a mi boca, la risa.
Castelli se pregunta dónde están sus palabras, qué quedó de ellas. La revolución -escribe Castelli, ahora, ahora que le falta tiempo para poner en orden sus papeles y responderse- se hace con palabras. Con muerte. Y se pierde con ellas.
¿Qué da la revolución a los desheredados? Después de haber alcanzado, en un principio, ciertos éxitos, el movimiento revolucionario resulta, a la postre, vencido; le faltan, siempre, conocimientos, habilidad, medios, armas, jefes, un plan de acción fijo, y cae indefenso, ante los conspiradores, que disponen de experiencia, habilidad y astucia.
El Gran Teatro
Manuel Mujica Lainez
[1979]
El Gran Teatro es un pequeño pero entretenido comentario social, que gira en torno a una función del Parsifal de Wagner en el Teatro Colón, en los años '40. Si bien la música es un componente importante de la narrativa, el hilo central son las historias de multitud de personajes que se entrelazan en torno a dos primas ancianas, ricachonas, enemistadas por décadas -a primera vista, por la disputa sobre unas joyas heredadas de la familia-. Mujica Lainez teje minuciosas historias donde reluce la superficialidad o el "careteo", diríamos, de una buena porción de la audiencia, más preocupada en conseguir una invitación al baile del momento de la high society que en disfrutar de la obra.
La octogenaria señora de Gonzálvez se había puesto, en la oportunidad, su collar famoso, el de la antepasada Virreina de México. Irradiaban, fosforescían sus esmeraldas y diamantes. Era rarísimo que la señora saliese de noche; sólo una circunstancia tan grave como esa, fundamental para el destino de los suyos, por lo demás inventada por ella, pudo obligarla a abandonar su casa a tales horas y a afrontar un espectáculo tan largo e intolerable como "Parsifal".
Wagner es un tirano astuto. Wagner sabe. Wagner se apodera, desde el primer momento, desde la primera nota, de los seres débiles y sensibles. ¿Cómo no entregársele, cuando ya con el tema inicial y sus calculados silencios, teje una red que envuelve y domina?
Nada es tan difícil de entender e imposible de justificar, como el flujo y reflujo de los sentimientos. A menudo, dependen de circunstancias tan sutiles e impalpables, que su discernimiento se nos escapa...